LA MICROECONOMÍA DEL AMOR

Cuando nos acercamos a los demás, cuando nos presentamos a alguien que nos gusta, seleccionamos rápidamente aquella información que queremos dar de nosotros mismos. Evitamos meter la pata, entrar en conversaciones incómodas o tocar temas que probablemente lleven a una discusión agria. A veces, por no decir siempre, ocultamos nuestros propios objetivos de cortejo hasta que el punto de no dejar al otro/a más que la explicación de un “surgió”.Ahora imaginemos un grupo de chicas cuyo objetivo sea encontrar una pareja estable con cierto compromiso emocional aunque por supuesto no menosprecien relaciones fugaces sin mayores complicaciones… relaciones en las que por supuesto “darían” menos emocionalmente hablando.

Por otro lado tenemos a los chicos, ellos se dividen en dos grupos: uno mayoritario (2/3)del total) que no está interesado en relaciones “serias”, y uno minoritario (1/3) que por el contrario busca algo más estable. Está claro que cualquiera (chico o chica) que busca una relación más profunda “pide” más.

Por otro lado, a todos nos gusta recibir más y además es más probable terminar con éxito un cortejo si mostramos un interés amoroso que uno meramente sexual… Por otro lado, el “lado comprador” no tiene por qué saber que mentimos hasta que ya es demasiado tarde… Claro que el “lado comprador” (las chicas en este caso) también sabe que es posible, por no decir probable, que intenten darle gato por liebre…

El conocido economista George A. Akerlof de la Universidad de California (Berkeley) publicó en 1970 un modelo que reflejaba el comportamiento de un mercado similar. En él sólo el vendedor sabe con certeza la calidad del producto mientras que el comprador sólo puede saberlo “a toro pasado”.

Los resultados son sorprendentes. Imaginemos que podemos establecer un índice para el grado de compromiso, algo equivalente a un precio, que señale cuanto esperamos recibir y cuanto esperamos dar a una eventual pareja.

En nuestro modelo, la función del cortejo sería precisamente comunicar al otro lado nuestros precios y con ello nuestras intenciones , aunque sobre estas siempre quepa una duda: podríamos estar mostrándonos como chicos serios” sólo para obtener más del otro lado en poco tiempo.



“Las columnas muestran el grado de

implicación al que están dispuestos a llegar

unos y otros. Así, un Don Juan estaría

dispuesto a tener una relación recibiendo 1000

y una chica como máximo se implicaría 2000

en él. Un chico serio en cambio estaría

dispuesto a tener una relación si recibe un

mínimo de 2500 mientras que las chicas

estarían dispuestas a poner hasta 3000.





Por tanto si una chica recibe requiebros de un chico que le pide entre 1000 y 2500 puntos de nuestro índice de implicación emocional, dará por hecho que se trata de un “Don Juan”, con tan pocos requerimientos no puede ser de otra manera.

Sin embargo, por encima de 2500 tenemos el verdadero problema: el chico en cuestión puede ser un verdadero “chico serio” o un Don Juan que esté tratando de engañarle…

Así que la chica, sabiendo que hay dos veces más don juanes que chicos serios, pondera lo que está dispuesta a implicarse en cada caso por la probabilidad de que sea una cosa y otra. De este modo,

1/3 (3000) + 2/3 (2000)= 2.333’333

En una palabra: si se encuentra con un Don Juan disfrazado, este estaría encantado, se saca un extra y una auténtica fan… pero si se trataba de verdad de un “chico serio” a nuestra buena amiga le da miedo y hace una oferta por debajo de lo que el “chico serio” de entrada entiende por atractivo (2500).

En términos económicos, podríamos decir además que no existe demanda a precios superiores a 2000 ya que por un lado, ninguna chica está dispuesta a dar más de 2333 y por otro por debajo de 2500 la única oferta realmente existente es de don juanes, que con 2000 ya van satisfechos.

Resumiendo: los “chicos serios” están fuera del mercado, cuando encuentran una chica interesada de entrada en algo más, aunque declare (y sinceramente) que estaría dispuesta a implicarse hasta 3000, a la hora de la verdad se asusta del patinazo que puede suponer que nuestro héroe prendido sea al final un timo y sólo ofrece 2333, algo de entrada no muy ilusionante para él.

Los don juanes ocupan todo el mercado obteniendo a veces incluso más de lo que esperaban… Al final, “todos son iguales” simplemente porque el riesgo producido por la asimetría de la información (los chicos saben realmente sus intenciones mientras las chicas no) expulsa a los “chicos serios” que sólo entrarían en el mercado rebajando sus expectativas y esperando ser valorados tras un periodo de “conocerse”…

¿Hay salidas posibles a este dilema? Seguramente deberíamos preguntar a las compañías de seguros…

Se podría objetar que si cambiamos los valores del índice de compromiso, los resultados serían distintos. Esto es cierto, hemos puesto esos valores precisamente para que nos de un resultado límite. ¿Por qué? Pues porque señala hacía dónde va el efecto de la información asimétrica en un mercado de parejas así definido: los “chicos serios” perderán mercado y tendrán en general que conformarse con menos de lo que en principio las chicas estarían dispuestas a darles si la experiencia previa no les llevara a no confiarse…Tanto que puede, como en el ejemplo, que queden completamente fuera de juego.



Pero imaginar que nuestros amigos los “chicos serios” se quedan conformes con un resultado así sería tenerlos en baja consideración. Lo mismo cabe decir de las chicas. Si lo pensamos bien ambos podrían establecer una serie de señales y opciones que redujeran el riesgo para las chicas y aumentaran la posibilidad de obtener una buena pareja a los chicos.

¿Mucho pensar? Veamos el mundo real: en él las empresas de seguros se enfrentan a situaciones similares a las que las chicas de nuestro modelo con harta frecuencia. Por ejemplo, cuando ofrecen un seguro médico es más que probable que los más interesados en contratarlo sean precisamente aquellas personas que esperan tener que realizar dentro de poco un gasto médico importante. Si aumentan los precios para compensar el gasto extra que estas le generan es posible que el seguro deje de interesar a las personas sanas que sólo querían cubrir un riesgo a medio o largo plazo… justamente aquellas que más interesaban como clientes a las aseguradoras. Esto se conoce como selección adversa ya que con información asimétrica tendemos a contratar justamente con quien menos nos interesa. Para evitarlo muchas aseguradoras ofrecen contratos escalados, muchos de los cuales sólo permiten acceder al total de prestaciones pasado un cierto tiempo.

Igualmente el otro lado del problema podría darse entre trabajadores del mundo de la informática y empresas de investigación. En este mundo existe una gran cantidad de autodidactas sumamente creativos y de gran formación técnica pero también las empresas reciben curriculums de un montón de “caras” (la mayoría con título universitario) que intentan hacerse pasar por trabajadores competentes y formados. Como los competentes se dan cuenta de que las empresas temen equivocarse, muchos de ellos intentan desarrollar por su cuenta soluciones propias en el terreno del software libre. De este modo pueden dar a las empresas una señal de su propia capacidad, señal que si la empresa es inteligente, interpretará correctamente como una reducción del riesgo que asume al contratarle.

En el lenguaje de la Economía esto se conoce como señalización de mercado y lo que hacen las aseguradoras como monitorización de mercado.

¿Es tan difícil encontrar ejemplos de ambas cosas en el terreno amoroso? Realmente creo que no. Cuando se advierte durante el cortejo de que el que habla tiene por norma no mantener relaciones sexuales hasta pasado un tiempo, ¿no está haciendo lo mismo que la compañía de seguros? ¿Cuándo alguien deja caer que ha tenido pocas relaciones pero muy largas no está dando una señal de que no se trata de un Don Juan?

Pensemos en las típicas frases que hemos oído desde nuestra adolescencia, por ejemplo aquellos que pregonaban que no querían saber nada de chicas porque habían pasado mucho tiempo con una relación anterior y que habían sufrido mucho en la ruptura… El caso es que si no recuerdo mal acababan ligando indefectiblemente. Así que desencriptemos la señal:

• Por un lado estaban diciendo que entraban en la categoría de “chicos serios” y reduciendo por tanto el riesgo de un patinazo al estilo del modelo anterior.

• Por otro estaban induciendo a la persona de su atención a un razonamiento del tipo “pues si le aguantaron tanto tiempo por algo sería”.

• Y finalmente, al declararse no interesados ¿no estaban diciendo acaso que el precio de mercado (en nuestro ejemplo los 2333 del índice) no les resultaba suficientemente motivador?

Tres señales en una sola frase. Todas encaminadas a subir el precio mediante el recurso de convencer a la chica de que no quería “un rollo y punto”. Algo que encaja y da una buena solución a los problemas del modelo de Akerlof .

Si consideras que el anterior modelo describe relativamente bien los problemas de tu situación afectiva, la Microeconomía puede darte algunos consejos:

• Busca prescriptores: si otros dan por ti tus señales el riesgo del que escucha disminuye • Organiza citas fuera del entorno normal del mercado de parejas: entradas al teatro, encuentros para desayunar, visitar juntos a amigos a la hora del café… y en el límite preséntale a algún miembro no excesivamente huraño de tu familia • Expresa tus intenciones claramente y con palabras, como los personajes de las novelas del XIX… tampoco es cosa de que te confundan con un “amigo.
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